…Y UNA MUERTE DE CRUZ
I
Reconozco esa cruz, esa del lodo
En la que me he sentado a darme pena.
Me sé esa senda ya, me sé esa escena
Porque es la misma, pero de otro modo,
la misma en que me tiendo y me acomodo
al barro contumaz de mi condena,
la misma en que Tú vienes por la arena,
la coges y la llevas pese a todo.
La conozco, Señor, esa es mi vida.
Te las has quedado Tú. Cargas mi escombro
Sufriendo un dolor mío en cada herida.
Y yo, detrás de Ti, mudo me asombro,
Camino mientras tu alma consumida
Sube al Calvario con mi vida al hombro.
II
Floreces en mi sangre cada día,
me irrigas con tu savia de azucenas.
El árbol de tu Cruz está en mis venas
y mi resurrección en tu agonía.
¡Con qué gana, Señor, te bajaría,
si no supiera yo que, a manos llenas,
se forjan en la fragua de mis penas
los clavos de tu Cruz y de la mía!
Que soy, Señor, los clavos, el madero,
el vinagre y la hiel de tu bebida,
la asfixia que te ahoga por entero,
que soy tu desnudez encarnecida,
que soy tu alanceador, que soy tu acero,
que soy, Señor, tu muerte. Y Tú, mi vida.
III
¡Que se cae el amor, Señor, cuidado¡
¡Que se te cae el amor y no me cabe!
¡Que se te va y mi corazón no sabe
Qué se hace con un Dios enamorado!
¿Yo qué hago con la sangre que me has dado?
¿Qué haré cuando el aliento se te acabe?
si no lo sé aspirar, tan suave,
si no lo sé cuidar, de tan llagado?
Si cae tu corazón, ¿dónde se guarda?
¿Cómo se cierra tu costado abierto?
¿Qué hacer cuando tu luz ya no nos arda?
Que si te vas, que si tu adiós es cierto,
Que si me quedo aquí…Señor, aguarda.
¿Yo qué hago con un Dios que se me ha muerto?
Lema: Lirio Ascual