Título: No puedo callar y no quiero
Lema: Los días azules
“sino al que anduvo en el mar” Antonio Machado
Sin la Cruz, de nosotros qué sería, de nosotros, Señor, qué hubiera sido si fueras sólo aquel recién nacido del vientre inmaculado de María que trajo a los pastores la alegría, y a quienes daban todo por perdido, sufriendo entre la noche y el olvido, el más radiante Sol de un nuevo día. Si fueras sólo el que en la mar anduvo, multiplicó los panes y los peces y dijo amaos los unos a los otros.
Pero fuiste además el que sostuvo el peso de la Cruz, cayó tres veces y en ella dio su vida por nosotros.
Llegué hasta ti, mi Cruz, con una herida que aquí en el corazón dejó la flecha de la traición, del desamor que echa por tierra los pilares de la vida. Venía, con el alma estremecida y tristemente la ilusión deshecha, de la más honda oscuridad sin fecha, la que te ciega y gana la partida.
Llegué hasta ti, mi Cruz, como el que nada sin norte y ve el más claro de los puertos en mitad de la noche más cerrada. Venía de la mar de la amargura.
Y me encontré tus brazos tan abiertos. Y me abracé, mi Cruz, a tu cintura.
Ahora, Señor, me tienes a tu lado, maduro el corazón, de cuerpo entero, delante de la Cruz, de este madero del árbol más humilde y más sagrado.
Delante de la Cruz, donde enclavado ofreciste el Amor más verdadero para salvar al hombre, prisionero de la muerte y las sombras del pecado.
Ahora, Señor, no tengo duda alguna cuando el tiempo ya inclina mi balanza y va dejando el sol paso a la luna.
Tú me abriste los ojos como el día. Tu Cruz, Señor, es Vida y Esperanza. La verdadera Cruz, mi Cruz de guía.
Víctor Machado