Turno de vela
Es de nuevo Lunes Santo. Es el tiempo regresado. Se aviva mi memoria mientras camino absorto en la vida mía y casi sin reparar que la ciudad, ansiosa por recuperar lo temporalmente suspendido por la pandemia, late ya de manera acelerada en busca de pretéritas sensaciones y con el sol queriendo abrir los caminos del día. Caminos que todos me conducen a Ti.
Llego temprano y ya me esperas desde Tu retablo. Me regalas Tu compañía para soslayar mi soledad en mitad de la calle mientras un rosario de hermanos y devotos, ordenadamente, se acercan a rezarte.
Cruzo el atrio con pisadas por mí ya andadas a lo largo de tantos años tras Tu Cruz. Siento que me falta el ánimo. Será la tristeza mía lo que me invade, espejo de dolor, heridas de la vida, reflejo de la cruz nuestra de cada día.
Solo unos pasos más y, junto a San Francisco, Te veo. Porque estás ahí, siempre estás ahí, en la media luz de la capilla, en permanente sacrificio por nosotros, suspendido de un rústico madero y ofreciendo vida al mundo, vida a tus hijos de la Vera Cruz.
Te saludo con el signo de la cruz y me alejo de Ti hasta un banco frente al altar. En medio de mis íntimas reflexiones reprendo a mi conciencia porque últimamente vengo poco a verte, aunque bien sabes que no Te olvido. Son momentos en los que parece que estés lejos de Dios, poco merecedor de su misericordia.
Sin embargo, Cristo de la Vera Cruz, siempre ofreces la cercanía de Tu amor. Porque entonces sucede. Distraído en mis pensamientos, la voz del hermano suena inicialmente lejana, luego cálida y amable en su invitación para compartir un imprevisto turno de vela. ¿O lo tenías previsto, Señor?
Porque así me acercas a Ti. El vértigo de Tu cercanía hace que la paz descienda a mi alma en la penumbra del reclinatorio. Pero toda la oscuridad en el mundo no puede apagar la luz de una sola vela. Como la del cirio verde Vera Cruz que tembloroso sostengo arrodillado a los pies de Tu cruz y en la delicada presencia de nuestra Madre Bendita de las Tristezas, amor de mis amores.
Cómo reconforta Tu presencia en la dificultad, en nuestras horas bajas del lamento, de la duda. Pones, Cristo mío, paz donde hay conflicto. Y amor, mucho amor y perdón.
Turno de vela. Minutos contigo; pocos, como un suspiro, que terminan con la mano amiga, con la mano de mi hermandad sobre mi hombro. Breve, intenso, cercano y sencillo como la cruz de Dios Nuestro Señor.
Gracias, Señor, por hacer un hueco a la esperanza en esa tristeza mía. Gracias Te digo cuando desando el camino y en la ciudad brilla el sol y el azul del cielo en ese día de hoy, en el mañana de ayer, reconfortado por tener la suerte de poder seguir la estela de la Vera Cruz de Dios.
Manuel Luis Salguero Sánchez
Lunes Santo 2021
Fotografía: M. J. Rodríguez Rechi