Presentación de los Juegos Florales 2023

Con este signo vencerás”.

Pocas frases tienen la capacidad de cambiar la historia del mundo y esta fue una de ellas. Constantino imperaba en las Galias, compartiendo el poder con Majencio y Licinio. Los reinos divididos estallan en guerra. El propio Constantino lo reveló. Su espíritu andaba inquieto, rondado por la muerte como buen hombre de armas, y venían a su memoria el fin dramático de todos los emperadores que habían perseguido a los cristianos. Sólo su padre, Constancio, encontró una muerte piadosa, tranquila, serena.

Quizá por eso, entre la duda y la angustia por el incierto desenlace del combate pide entonces un signo al llamado “Señor de los Ejércitos”. A ese Dios del que su madre le ha hablado tantas veces. Lo que no consiga una madre… Y se le dio, en un estupendo milagro. Sobre un cielo deslumbrante de mediodía vio arder una cruz de sangre, con esta divisa: IN HOC SIGNO VINCES. Era el lábaro de su victoria. Y más aún. En el sueño impaciente de aquella noche, Cristo se le muestra, ordenándole que sus combatientes, sus armas, sus banderas, lleven su propio nombre sacro e invencible.

Y fue un 28 de octubre del año de 312, mientras Majencio, alza al cielo de las siete colinas, el incienso a los dioses paganos, la última batalla del Puente Milvio, sobre el Tíber, proclama a Constantino emperador triunfante en la señal de la cruz. Aquel anagrama que, a la luz sangrienta del otoño, resplandecía en los estandartes y sobre el pecho de sus leales, recordando otra batalla más cruel y decisiva: la de Cristo en la cruz. Y con su nombre fue seguro a la victoria.

El posterior Edicto de Milán es el ofrecimiento de su victoria a la cruz. Los cristianos se ven libres, con todos los derechos jurídicos de los ciudadanos de Roma.

Y, a los pocos años, su madre, Elena marcha hacia Oriente en busca de la verdadera Cruz de nuestro señor Jesucristo. El resto de la historia es conocida.

Muy pronto la fiesta del hallazgo de la Santa Cruz se incorporó a las liturgias de toda la cristiandad cuando fueron llegando a las Iglesias occidentales las preciosas reliquias del “Lignum Crucis”, como regalo inestimable para promover entre los fieles el recuerdo vivo de nuestra redención.

Hasta hace unos años, existían dos fiestas en el Calendario Universal. El 3 de mayo, se celebraba esta Invención de la Santa Cruz, y el 14 de septiembre se recordaba la Exaltación de la Santa Cruz, a partir de su recuperación de manos persas y su entrada triunfante en Jerusalén, en manos del emperador Heraclio, en 628.

La Invención de la Santa Cruz, Cruz de Mayo o también Fiesta de las Cruces, es una de las fiestas dentro del rito romano para festejar el culto a la Cruz de Cristo.

“Invención” (del latín invenio, “descubrir”) es el nombre litúrgico y oficial. Siempre me ha llamado la atención está denominación porque lo que en latín suena a descubrimiento de algo perdido en castellanos nos suena más ese término a fabulación o engaño.  Por eso me sorprende que en unos años en que se ponía en duda la misma historicidad de Jesús de Nazaret se empleara semejante término. He acudido por curiosidad al diccionario de la Real Academia y para invención el resultado es desolador: 1. f. Acción y efecto de inventar. 2. f. Cosa inventada. 3. f. Engaño, ficción.

Si vamos al término inventar el significado ya es otro: 1. tr. Hallar o descubrir algo nuevo o no conocido. 2. tr. Decir algo presentándolo como verdadero sin serlo. 3. tr. Decir embustes. Es decir que la primera acepción es la que da sentido al descubrimiento de la Vera Cruz.

El tiempo confundió la historia de ambas solemnidades. Y todo el Occidente cristiano, dando mayor acogimiento y simpatía al hallazgo de la cruz, lo celebró siempre en mayo, dejando para el 14 de septiembre la memoria de la “Exaltación”.

Por eso hoy sigue siendo vigente esa frase que cambió la historia del mundo. Nos lo recita la cruz que nos preside que nos recuerda que no podemos pretender ser más que el Dulcísimo Nazareno, pues entonces nada entenderemos del verdadero sentido de la Cruz.

Mirad el árbol de la cruz, en que estuvo clavada la salvación del mundo, venid a adorarla”.  Esta jaculatoria de la liturgia del Viernes Santo nos invita a reparar en la cruz como elemento salvífico. La cruz siempre marca el camino y en nuestra ciudad ha sido centro y lugar, hito y enseña. Sin ir más lejos, la fundación de la Hermandad que nos acoge, se basa en rendir culto a la Verdadera Cruz de Nuestro Señor Jesucristo.

Don Fadrique Enríquez de Rivera, en la Cuaresma del año 1521, impresionado a su regreso de peregrinar por Tierra Santa, instaura la celebración del Santo Vía Crucis por las calles de Sevilla. Desde su palacio, se iniciaría este piadoso acto y se peregrinaba a un pilar ubicado en la antiguamente conocida como Huerta de los Ángeles, a pocas manzanas del humilladero de la Cruz del Campo, (otra cruz) siendo marcadas con cruces las doce estaciones iniciales hasta el siglo XIX, que se comenzaron a indicar con azulejos. Viacrucis que se abría paso por las calles de Sevilla tras la cruz de las toallas, tal como se representaba la Pasión de Cristo en aquellos años. Señalaba la primera estación hasta que el duque de Alcalá construyó en 1630, el retablo con la cruz de mármol que hoy luce junto a la puerta principal de la Casa de Pilatos.

O la cruz de San Sebastián, la de los Rodeos, o la de la Resolana, cruces a lo largo de las calles de nuestra ciudad, que recordaban la fe de nuestros ancestros.

O la cruz de la Cerrajería, conocida como la cruz de la Sierpes, colocada por suscripción popular y realizada por un almonteño, Sebastián Conde. Réplica de la misma se colocaría, siglos después, coronando la ermita de Nuestra Señora del Rocío. De su inicial enclave entre la calle de la Sierpes y Rioja llegó un momento que estorbaba al tránsito (toda una metáfora de la vida) y se trasladó a su actual ubicación en la plaza de Santa Cruz. Pero esta cruz inquieta no quería quedarse ahí y otra réplica de la misma, funda el Martes Santo, encabezando aún hoy la cofradía de Santa Cruz.

Cruces en la vida, como las que se colocan en las intersecciones de los caminos, cruceros que te permiten mirar a la cruz antes de tomar la decisión del rumbo a seguir. La vida como camino y la cruz como la brújula que debe guiar nuestros pasos. Cruces en hospitales, puntales de esperanza y alivio de penas; cruces de los cementerios, silenciosas compañeras de la vida eterna que pasa lentamente; la señal de la cruz que hacemos al iniciar el día o al acostarnos.

Cruces que marcan nuestras vidas, cada uno sabe la suya, cada uno recuerda las vividas. Tenemos la frente marcadas por cruces.

O la cruz de este evento, que alcanza su LII edición, Juegos Florales en honor de la Santa y Vera Cruz. Este acto es uno de los más importantes en el año de la Hermandad, y permitidme el elogio, uno de los más hermosos que se celebran en nuestra ciudad. En este punto quiero agradecer a su Hermano Mayor, Don José Manuel Berjano el inmenso privilegio que supuso para este que os habla ser el mantenedor en la pasada edición. Paciencia tuvo conmigo el Hermano Mayor ya que fue un “mantenedor interruptus” un par de años por motivo de la pandemia. Ha sido uno de los actos más especiales en los que he tenido el honor de participar. Permíteme Mané que te felicite por tu mandato que ahora concluye y resalte el trabajo realizado por ti y por tu Junta de Gobierno. A buen seguro tu sucesor, a quien deseamos buena fortuna, recogerá los frutos de tan buena siembra, que me causa personalmente gran envidia por muchas razones.

 

Y la vida sigue, y los mantenedores, también. Para este año, la Junta de Gobierno ha designado para su manteneduría a Don Juan José Borrero Gómez. Aquí se da la paradoja que el presentado es más conocido que el presentador, pero haremos lo que podamos.

Juan José Borrero Gómez, nacido en Sevilla en 1966, hijo de onubenses José y Josefa, él de Paymogo, pueblo onubense que celebra estos días su fiesta principal: la Romería a la Santa Cruz (siempre la cruz) y ella de Huelva. Tiene dos hermanos.

Su infancia la vive felizmente en la calle Doña María Coronel. Entre el Colegio de los Escolapios y San Francisco de Paula. A los 14 años sus padres retornan a Huelva donde cursó el Bachillerato en el Instituto la Rábida. Allí, en Huelva, camino a camino, conoció el Rocío. Es hermano de la Hermandad del Rocío de Huelva y de la de Pilas, de la que fue pregonero en el pasado año 2019. Volvió a Sevilla con 18 años para estudiar periodismo en el Centro Español de Nuevas Profesiones.

De Hermandades tira para la sarga y el terciopelo morado y verde. Pertenece desde pequeño a la Hermandad de San Roque a través de un compañero de trabajo de su padre Me cuenta que su primer recuerdo cofrade es el de la entrega de mi primera túnica en la casa de hermandad, entonces un pequeño habitáculo sobre la sacristía lleno de cajas de cartón. Más recientemente, es hermano de la Hermandad de la Redención lo dicho, sarga y terciopelo), su otra hermandad familiar por parte de su madre y su esposa. Y su devoción también es de terciopelo macareno, así se llama su hija y es habitual e incondicional de la Esperanza en el convento de las Hermanas de la Cruz. El año del encuentro de las esperanzas en la Catedral, esperó durante varias horas bajo la lluvia… y pasó la Macarena. Pura Esperanza.

Está casado hace (este viernes) 33 años la edad de Cristo tiene este matrimonio, con otra onubense Esther y tiene dos hijos Juanjo (27 años) joven abogado, y Macarena (25) monitora de Baloncesto en el colegio de las Esclavas. El matrimonio tiene pinta de durar otros 33 años pues no en vano han cometido la imprudencia de renovar sus votos matrimoniales este enero en Caná (la tierra de Nuestro Señor). Imagino que no faltaría el vino.

Lo que le hace conocido y que más nos llama la atención es su vocación: el periodismo.

Ya decía García Márquez que “El periodismo es el mejor oficio del mundo”. El periodismo es una de esas profesiones de vocación y míticas. Todos alguna vez nos hemos intentado poner en los zapatos de un reportero. Los más modernos recordarán esa serie de Telecinco “Periodistas” de los años 90, pero estoy convencido que tanto Juan José como yo recordamos más aquella serie ochentera de los fines de semana (cuando había solo dos canales) que era Lou Grant, editor del diario Los Ángeles Tribune. Allí aprendimos que el periodismo era una gran opción de vida. Él la siguió. Comparto con él su afición cinéfila por lo que le imagino devoto del reflejo de su profesión que se hace en la gran pantalla con clásicos como “Todos los hombres del Presidente” donde un par de peridistas son capaces de tumbar al hombre más poderoso (y seguramente mentiroso) de la tierra, el mismísimo presidente de los Estados Unidos Richard Nixon, contando el escándalo Watergate. o la más reciente de similar contenido “Los papeles del Pentágono” ¿Quién no ha soñado con ser el periodista americano Gregory Peck enseñando Roma a nuestra Audrey Hepburn? Por cierto, en esa película sale el ABC de Madrid a través de su enviado a Roma: Cortés Cavanillas. O la idealista presencia de la prensa en Juan Nadie de Capra donde la noticia se confunde con el idealismo; o la prensa como cuarto poder de temible capacidad de influencia en Ciudadano Kane de Welles; o la prensa (la denominada canalla) en Primera Plana o Luna Nueva, dos comedias inolvidables de estilo periodístico. En España me quedo con la inolvidable Historias de la Radio, que nos acercaba al día a día de este medio de comunicación. Contar y andar es la función del periodista, decía Manuel Chaves Nogales y nuestro mantenedor ha contado y andado mucho.

Juan José es actualmente redactor jefe de la sección de Sevilla en el diario ABC. Inició su carrera profesional en la Rueda de Emisoras Rato en Baza (Granada) como jefe de informativos poniendo en marcha la primera FM de la comarca. Luego en Huelva, en Radio Rocío, donde también fue corresponsal de la Agencia EFE hasta que pasó a la delegación de ABC en Huelva hace también 33 años (su segundo matrimonio), incorporándose en 1995 a la redacción de ABC de Sevilla. En 2001 fue nombrado jefe de sección y en 2009 redactor jefe encargado de las secciones de Sevilla y Andalucía. Ha recibido diversos premios periodísticos, como el Luis Portero en 1998 y el Vocento de Comunicación en 2011 como parte del equipo que investigó el caso Mercasevilla junto a Eduardo Barba y Alberto García Reyes. Además, fue el primer coordinador de la conocida y apreciada por todos, la revista Pasión en Sevilla.

Hay una frase de Chesterton con cierta retranca que dice que “El periodismo consiste esencialmente en decir ‘lord Jones ha muerto’ a gente que no sabía que lord Jones estaba vivo”. Esto más que un desmerecimiento de esta profesión es más un elogio de los periodistas que cuentan historias que merecen ser contadas. Como hemos dicho, Juan José ha contado importantes historias, basta ver su elenco de artículos: de los mencionados de Mercasevilla, en los últimos tiempos ha abordado desde su tribuna temas como las elecciones municipales hoy mismo en su periódico, la red eléctrica de la feria de Sevilla, Doñana, la libertad de expresión y los ataques a la Virgen, Marinaleda o la unión de Santa Justa con el aeropuerto de San Pablo, etc… y multitud de temas a nivel andaluz y sevillano.

Juan José es de la collación. Vecino de la calle Baños desde hace más de dos décadas. Además del cine disfruta con la música, pesca en verano y no perdona perderse en la Sierra de Aracena siempre que puede.

Es cofrade, escribe de cofradías y permítanme recomendarle un artículo de este año “un Cristo roto” y sus textos sobre la pasada Semana Santa. Del pasado Lunes Santo escribía en su artículo “Pasa la Vida”:  “De la madera joven de la que nació el Jesús Cautivo y Rescatado en 1992, el año que hizo más universal a la Sevilla moderna, a la pátina que conserva la talla del Cristo más antiguo, casi gótico, que nos invita a seguir la Vera Cruz que vio la luz en aquella Sevilla de la opulencia del Viejo y el Nuevo mundo” Y sigue “El ruan salió de los cuarteles del centro a reconquistar la calma para llevar al lunes a la noche de su ancianidad cuando Sevilla necesitaba besar el Lignum Crucis para redimirse. La ciudad expiraba almas hacia el exterior. Y en ese barrio en dos que son San Vicente y el Museo se disfrutaba del último suspiro del lunes. Vuelve Jesús de las Penas. Se nos jubilaba el lunes y expiraba en el Museo para morir ante la Vera Cruz. Saeta y oboes entre el silencio y la oscuridad para dejar en el aire el testamento: “En tu cruz contigo quiero estar, tomarla y seguir hasta el morir”.

Toca dejar paso. Cuando me llamó el hermano Mayor para comunicarme el nombre del mantenedor de este año, me dijo una frase que se me quedó grabada: “Nos gusta como escribe y como dice las cosas” Eso no es mala carta de recomendación.

Tenemos con nosotros un tímido periodista, un optimista esposo y padre de familia. Un sevillano entreverado de lo mejor de Onuba. Cofrade y rociero. Capaz ante la adversidad. Decía el gurú del periodismo Kapuscinski que, para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias.

 

Pues la hermandad de la Vera cruz ha designado como mantenedor de esta edición de sus Juegos Florales a una buena persona.

 

Muchas gracias.

 

 

JOSÉ IGNACIO DEL REY TIRADO