Pensamiento franciscano. Día 32

En la Admonición «Hay que esconder el bien para que no se pierda», dice san Francisco: «Bienaventurado el siervo que atesora en el cielo los bienes que el Señor le muestra, y no ansía manifestarlos a los hombres con la mira puesta en la recompensa, porque el Altísimo en persona manifestará sus obras a todos aquellos a quienes le plazca. Bienaventurado el siervo que guarda en su corazón los secretos del Señor» (Adm 28).