De la carta de san Francisco a un ministro:
«En esto quiero conocer si amas al Señor y a mí, siervo suyo y tuyo: que no haya hermano alguno en el mundo que haya pecado todo cuanto haya podido pecar, que, después de ver tus ojos, se marche sin tu misericordia, si pide misericordia. Y si él no pidiera misericordia, que tú le preguntes si quiere misericordia. Y si mil veces pecara después delante de tus ojos, ámalo más que a mí para esto, para que lo atraigas al Señor; y ten siempre misericordia de tales hermanos» (CtaM 9-11).