QUERIDOS HERMANOS EN LA VERA CRUZ
Fue ya hace tres años cuando tuve la oportunidad de dirigirme a vosotros, por primera vez desde esta página, con ocasión de la elección de la anterior Junta de Oficiales que he tenido el privilegio de presidir durante este primer periodo.
Y me vais a permitir que comience igual que lo hice en aquella anterior ocasión, y es que “jamás hubiese pensado que hoy me podría encontrar en esta situación tan excepcional, como hermano mayor de la Vera Cruz”, y renovado el compromiso. Ni se me había ocurrido pensarlo para la primera ni tampoco me hubiera podido imaginar que iba a suceder en una segunda ocasión. Me imagino que las circunstancias, y quiero pensar y creo que el Santísimo Cristo de la Vera Cruz habrá hecho el resto.
Igualmente, también comenté la vez precedente, que llegamos sin un programa específico que previamente hubiéramos expuesto a los hermanos, y la cuestión es que, para esta nueva Junta de Oficiales recientemente elegida, tampoco nos hemos planteado un programa propio que ofreceros, pero que sin duda puedo aseverar, en nombre de todos, que vamos a esforzarnos en aportar ilusión y ganas de servir. Agradezco de todo corazón a estos 15 hermanos/as que me acompañan en esta nueva etapa, por aceptar esta misión para la Hermandad. Formamos una Junta de Oficiales que conjuga hermanos con experiencia y otros que, sin ella, participan con un indudable compromiso de entrega. Estoy seguro, porque así lo he podido comprobar, que en todos concurre una gran carga de responsabilidad y afán por cumplir con el cometido aceptado.
Indudablemente que nuestro objetivo/programa, lo tenemos claro, y no es otro que continuar en la línea ya iniciada desde hace algunos años por juntas precedentes, manteniendo a la hermandad presente para los hermanos, que les sirva de referencia tanto en apoyo espiritual, como familiar y de convivencia fraterna, y por supuesto que también estaremos para cualquier tipo de ayuda o colaboración que esté a nuestro alcance.
Hemos intentado durante los tres años transcurridos, que la hermandad cumpla y cubra las expectativas de lo que los hermanos esperan de ella. Nos hemos esforzado en mantener la vida de hermandad y convivencia que últimamente se había venido alcanzando. Igualmente, se ha hecho un esfuerzo económico importante en inversiones para mejorar en lo posible el patrimonio recibido, tanto de ornato, como el patrimonio inmaterial que supone el valiosísimo archivo histórico que poseemos, y por supuesto que seguiremos en ese empeño. Nuestra más sincera gratitud a aquellos hermanos que desinteresadamente han colaborado en esta labor de enorme importancia y trascendencia para conservar y mantener nuestra identidad y nuestra historia. No olvidamos tampoco a aquellos hermanos que con una generosidad infinita también han colaborado en acciones de caridad para ayudar a otros.
En una reciente carta del Excmo. Sr. Arzobispo sobre nuestra iglesia, se refería a ésta “como espacio de fraternidad. Junto con sus otros hijos, nuestros hermanos, hemos de percibirla como nuestra familia, el hogar cálido que nos acoge y acompaña, como la mesa en la que restauramos las fuerzas desgastadas y el manantial de agua purísima que nos renueva y purifica.
Haciendo un mínimo esfuerzo reflexivo, esos conceptos son definitorios para entender la hermandad que queremos hacer y sentir como nuestra, con orgullo y con la conciencia de ser hermanos de la Vera Cruz, de esta buena y magnífica familia.
Somos conscientes que estamos atravesando unos momentos muy complejos en todos los órdenes de nuestra vida, que afectan principalmente a la salud y la estabilidad laboral y económica, pudiendo menoscabar nuestra vivencia espiritual, lo cual también hace muy compleja la vida de hermandad. En este sentido os pido a todos colaboración y ayuda, que cada uno aporte lo que pueda o crea que puede aportar, y sobre todo también os pedimos comprensión para aquellas decisiones que nos veamos, en alguna ocasión, obligados a adoptar y que quizás no puedan tener la unanimidad que todos deseáramos. Tened presente que cualquier acuerdo que se adopte durante este tiempo, será siempre pensando que es lo mejor para la hermandad, y que sin duda nos equivocaremos, y desde ya solicitamos vuestra clemencia con todos esos desaciertos, pero que la intención siempre será servir a nuestra corporación y a los hermanos de la mejor manera que nos sea posible.
Por supuesto que quiero recordar con gran afecto y reconocimiento a aquellos hermanos que hoy ya no están en la junta de oficiales, pero que lo han estado hasta ahora con plena entrega en alma y cuerpo. Mi mayor agradecimiento hacia ellos, sabiendo de sobra que puedo seguir contando con su colaboración, porque sobre todas las cosas y prioridades me consta que se sienten hermanos de la Vera Cruz.
Por último, agradezco también a mi familia el apoyo que recibo de ellos para continuar con esta función, y mis disculpas por los contratiempos que les haya podido causar en mis desvelos por la hermandad.
Encomendémonos al Santísimo Cristo de la Vera Cruz y a su Bendita Madre de las Tristezas para que nos iluminen, nos acompañen y nos protejan a todos, y que cuanto antes podamos salir de esta situación crítica que padecemos, recuperemos nuestra vida ordinaria y de hermandad y que ésta nos ayude a lograr la santidad a la que aspiramos al hacernos hermanos de la Santísima Vera Cruz.
Un fraternal abrazo a todos. Paz y Bien.
José Manuel Berjano Arenado
Hermano Mayor