Queridos hermanos.
Me resulta muy extraño dirigirme a vosotros como hermano mayor de nuestra hermandad.
Qué verdad es que solo el Señor y su bendita Madre conocen nuestros caminos y ahora es este el que me toca recorrer.
Soy un “hombre de hermandad”, de nuestra Vera Cruz. Creo que muchos me conocéis bien, otros posiblemente me hayáis visto solo en ocasiones y algunos quizás me recordéis en la Estación de Penitencia dirigiéndome a vosotros como diputado mayor de gobierno años atrás.
Fui monaguillo de niño, me he revestido de acólito, muchos años costalero de nuestro Cristo y María Santísima de Las Tristezas y miembro de la junta de oficiales durante nueve años; pero esto de hermano mayor es una responsabilidad que no creí que asumiría, pero como dije antes, los caminos de Dios son los que nos ponen a cada uno en nuestro sitio.
Tengo la suerte de “vivir” la hermandad y sentir el cariño de sus hermanos, con estas bases afronto con alegría e ilusión este mandato.
Cuento con una magnifica junta, un equipo comprometido, compacto y experimentado, además nuestra hermandad se encuentra en un maravilloso momento, siempre hemos estado muy unidos, la Vera Cruz se caracteriza por ser un “haz apretado” como canta nuestro himno y esto es palpable en el día a día.
Hay un grupo joven numeroso, alegre y con muchas ganas de trabajar y esto es una gran noticia.
Todo esto que os digo es consecuencia de la dedicación y entrega de los hermanos mayores que me han precedido y de sus juntas de oficiales y en concreto esta última que ha presidido nuestro hermano José Manuel Berjano a la que tocó vivir los duros años de pandemia. Todos ellos han sembrado los frutos que ahora nosotros recogemos.
Es nuestra obligación mantenerlos y aumentarlos.
No os puedo detallar un proyecto a llevar a cabo en estos tres años de mandato, solo trabajo, entrega y amor por la Vera Cruz y sus Titulares.
Deseo prestar especial atención a la formación, a la caridad y la acción social y para ello os pido vuestra presencia y colaboración.
Quiero que todos os sintáis en vuestra casa y que llaméis a su puerta cuando necesitéis cualquier cosa de mí y de esta gran familia que es nuestra hermandad.
Poco me queda por decir en esta sencilla presentación, pediros que no nos dejéis solos, que vengáis a ver a Cristo y a la Virgen que siempre nos están esperando con los brazos abiertos como padres buenos y que los acompañemos cada Lunes Santo en la Estación de Penitencia.
Os ruego que me tengáis presente en vuestras oraciones para que el Espíritu Santo me ilumine en las decisiones que tenga que tomar y que sepa “darme” a todos vosotros con la sencillez que se da un hermano.
Recibid un abrazo fuerte.
Paz y Bien.
José María Tortajada Sánchez
Hermano Mayor