LA MUERTE
Depositad este cuerpo mío en cualquier sitio, sin que os de pena.
Sólo os pido que dondequiera que estéis, os acordéis de mí
ante el altar del Señor
(Palabras de Santa Mónica en su lecho de muerte).
San Agustín Confesiones, IX, 11
INVOCACIÓN INCIAL Y SALUDO
V/ En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
R/ Amén.
V/ Comenzamos esta oración por los difuntos poniéndonos en la presencia de Dios. A él le invocamos con este canto recordando que el motor de nuestra vida debe ser el amor.
AL ATARDECER DE LA VIDA
Al atardecer de la vida me examinarán el amor.
Si ofrecí mi pan al hambriento,
si al sediento di de beber,
si mis manos fueron sus manos,
si en mi hogar lo quise acoger.
Si ayudé a los necesitados,
si en el pobre he visto al Señor,
si los tristes y los enfermos
me encontraron en su dolor.
Aunque hablara miles de lenguas,
si no tengo amor nada soy,
aunque realizara milagros,
si no tengo amor nada soy.
LA PALABRA DE DIOS NOS ILUMINA
De la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios
(1 Corintios 15, 35.42-44)
Alguien preguntará: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué clase de cuerpo? Tu pregunta no tiene sentido. Lo que siembras no llega a tener vida, si antes no muere. (…) se siembran cuerpos corruptibles y resucitarán incorruptibles; se siembran cuerpos humillados y resucitarán gloriosos; se siembran cuerpos débiles y resucitarán llenos de fuerza; se siembran cuerpos puramente naturales y resucitarán cuerpos espirituales. Porque hay un cuerpo puramente natural y hay también un cuerpo espiritual.
Palabra de Dios.
¿Cómo nos ayuda Cristo en la muerte, si confiamos en él?
Cristo nos sale al encuentro y nos conduce a la vida eterna. «No me recogerá la muerte sino Dios» (Santa Teresa del Niño Jesús).
Contemplando la pasión y la muerte de Jesús incluso la muerte puede ser más llevadera. En un acto de confianza y de amor al Padre podemos decir sí, como hizo Jesús en el Huerto de los Olivos. Esta actitud se denomina sacrificio espiritual. El que muere se une con el sacrificio de Cristo en la cruz. Quien muere así, confiando en Dios y en paz con los hombres, es decir, sin pecado grave, está en el camino de la comunión con Cristo resucitado. Cuando morimos, no caemos más que hasta las manos de Dios. Quien muere no viaja a la nada, sino que regresa al hogar del amor de Dios que lo ha creado.
ORACION
Oramos por las intenciones del Santo Padre
† Padre nuestro
† Ave María
† Gloria
ORACIÓN FINAL POR LOS DIFUNTOS
Tú nos dijiste que la muerte
no es el final del camino,
que aunque morimos no somos,
carne de un ciego destino.
Tú nos hiciste, tuyos somos,
nuestro destino es vivir,
siendo felices contigo,
sin padecer ni morir.
V/ Señor ten piedad
R/ Señor ten piedad
V/ Cristo ten piedad
R/ Cristo ten piedad
V/ Señor ten piedad
R/ Señor ten piedad
Padre nuestro que estás en el cielo…
V/ Dales Señor el descanso eterno
R/ Y brille para ellos la luz eterna
V/ Descansen en paz
R/ Amén
V/ Las almas de todos los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz
R/ Amén