N.H. Diego Luna Vaquero CUÉNTANOS

Querido Diego:

Después de tomar tu Cruz y seguirla con la mayor dignidad humana y cristiana durante muchos años – nunca se te oyó renegar de Ella –, has llegado a la Casa del Padre, y esa Cruz que otrora fue dolor y sufrimiento se ha convertido en gozo y alegría eterna. Has sido un ejemplo para todos los cruceros en la forma de seguir el Lema que luce en la Cruz de Guía de nuestra Hermandad.

Desde el punto de vista humano parece lógico pensar que, a más sacrificio, a más sufrimiento en la tierra, mayor gloria en el Cielo; realmente no sé si eso será así, porque el Cielo abarca, de por sí, todo tipo de bondades imaginables pero, desde luego, si existieran graduaciones a ti te tocaría disfrutar para siempre de la más alta de ellas en compensación por todo lo que tuviste que sufrir en esta vida terrena.

No obstante, en este momento, por medio de estas líneas, no quiero dirigirme a ti tanto para hacerte este tipo de consideraciones que, en definitiva, ya de nada de sirven, cuanto para pedirte que nos cuentes qué has sentido al ver de frente el rostro del Señor, cómo ha sido su recibimiento, qué te dijo; Y Ella, ¿Cómo es? ¿Cómo es su abrazo, su beso de Madre?.

Todos sabemos lo que es besar en los pies o las manos a las Imágenes de nuestra devoción y de nuestros amores, incluso tocarlas, vestirlas…pero es difícil imaginar qué puede sentirse cuando sea el propio Dios-Padre quien te abrace y Su Madre – nuestra Madre – quien te arrulle y te bese.

Como eres de la familia me atrevo a preguntarte por ello, para que nos cuentes a los que te añoramos y echamos de menos qué sucedió, cómo fue el encuentro ¿Es Dios, Señor nuestro, como el Crucificado de la Vera+Cruz al que tú tantas veces  has rezado? ¿ Es nuestra Madre de las Tristezas – Esperanza  de lo que para ti ya es una realidad – tan dulce, tan cariñosa, tan Madre? ¿Cómo es su cariño, cómo se goza de su compañía? ¿Te coge la mano? ¿Acaso te besa  con un beso eterno? ¿Paseáis, habláis? Cuéntanos, que sepamos tus hermanos cómo es el gozo, cómo la gloria, cómo la perfección.

Si, como reza el himno de tu otra Hermandad, la Virgen de la Esperanza es la Madre de Dios que bajó del Cielo a Sevilla para hacerse Macarena y, si como pensamos los cruceros, el Cristo de la Vera+Cruz es el Dios Crucificado, será una gozada estar en su compañía PARA SIEMPRE, sí Diego, PARA SIEMPRE, algo que tienes bien merecido.

Por eso, tú, hermano nuestro, eres ya un privilegiado que disfrutas de la presencia gloriosa del Padre, de la Santísima Virgen María, de todos los Santos y de cuantos, como tú, habéis sido merecedores del premio eterno.

De todas formas, no quiero dejar pasar esta ocasión para rogarte también que, estando en esa posición preferente, te acuerdes de tu familia, de tus amigos, de tus hermanos y de nuestra Hermandad, e intercedas ante El Altísimo por todos nosotros para que algún día podamos disfrutar todos juntos de Su presencia Divina.

Diego, recibe un abrazo y mis deseos para ti – ya son una realidad –  de Paz y Bien.

El HERMANO MAYOR

FRANCISCO BERJANO ARENADO