El pasado domingo día 20 pudimos contemplar como nuestra Titular, Tristezas de María Santísima (como me gusta a mí llamarla), lució para su traslado a Santa Rosalía celebrando el Rosario de la Aurora, un precioso manto azul bordado en oro que muy amablemente nos prestó la sevillana Hermandad de Montserrat (me quedo con los que opinan de Juan de Mesa en la belleza de la Virgen del viernes santo).
Este hecho, aunque no muy frecuente sí que se ha repetido en el tiempo en diversas ocasiones.
Recuerdo más de un besamanos de nuestra Titular y algún que otro Rosario de la Aurora con un manto de camerín prestado por la Hermandad de la Soledad de San Lorenzo, que tanto ha colaborado con nosotros cada vez que la hemos requerido.
Pero os quiero contar una anécdota que enlaza con lo anterior y que muy pocos hermanos conocen. Me lo contó Pilar del Pino, madre de nuestra hermana Rosario Santiago y también del actual Hermano Mayor de la hermandad de Los Panaderos, Emilio Santiago del Pino.
Como sabéis cuando nos trasladamos en el año 1.942 desde San Alberto a nuestra capilla del Dulce Nombre de Jesús, ésta estaba ocupada por la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) que le daban culto a Santa Lucía.
Las dos naves superiores de la capilla, esta organización las utilizaba como aulas dónde se daban clases a los “lazarillos” que eran niños especialmente instruidos para ayudar a las personas ciegas y que en aquel entonces desarrollaban una encomiable labor.
Concretamente la nave que da a la calle Jesús de la Vera-Cruz era “la escuela de los niños” y la que hoy es sala capitular era” la escuela de las niñas”.
Pues bien, resulta que el día que trasladaron a nuestra Titular, Tristezas de María Santísima, del taller de Antonio Illanes en el mes de Noviembre de 1.942, llegó envuelta en unas sábanas blancas que cubrían el candelero y sus brazos, dejando sólo la cara al exterior y a la espera de poder vestirla como mandan los cánones con su saya, tocado y manto.
En ese momento como quiera que estaban dando las clases a los lazarillos en los salones superiores, la que era profesora de la escuela de niñas, Doña Pilar, bajó a ver a la Virgen.
Cuando la vio envuelta en las sábanas y sabiendo de las dificultades económicas de nuestra hermandad en aquellos momentos (¿y cuando no?) se ofreció inmediatamente para solicitar prestadas de la Virgen de Regla de la hermandad de los Panaderos, de la que era camarera, una saya y un manto (de Hebrea) para prestárnoslo y que la Virgen los pudiera lucir en el momento de su bendición, hasta que consiguiésemos tener ajuar propio.
Doña Pilar, era la abuela de Rosario Santiago y madre de Pilar del Pino.
Y así fue, y así tuvo nuestra Titular su primera ropa prestada por otra hermandad sevillana, clásica dónde las haya, y muy cercana en lo físico y en lo personal a nosotros.
José Cristóbal González
Teniente Hermano Mayor