El pasado Lunes Santo falleció en Caracas (Venezuela) nuestro hermano José Luis Feliu.
La primera vez que supe de él fue en mi buceo por la historia de nuestra hermandad.
Sabía que había sido prioste con Pepin Vázquez Ceballos en los difíciles años de trabajar por tener nuestro primer paso de palio. Tiempos de mucha escasez y mucho esfuerzo económico y humano. Tiempo para priostes con imaginación.
Le conocí personalmente hace varios años cuando de buenas a primera aparecio por la Capilla acompañado de su esposa Silvana y de sus dos hijos varones, José Luis y Carlos.
Acababa de llegar a Sevilla después de muchos años sin venir y lo primero que hizo después de ver a sus hijos, fue venir a nuestra capilla para encontrarse con su Cristo y con su Virgen. Con sus dos devociones a las que todos los días desde que se marchó a Venezuela les rezaba en la distancia.
Todavía tenía los ojos enrojecidos de la emoción por ese encuentro con su pasado y que formaba parte de su vida.
Desde el principio vi en el las señas de identidad que caracterizan a nuestros hermanos antiguos.
De los que tuvieron que pasar muchas noches sin dormir por no saber cómo iban a sacar adelante una hermandad recién reorganizada que caminaba a pasos cortos y dando algún que otro traspié.
De los que se curtieron en la dificultad y por ello endurecieron de forma inquebrantable y sin fisuras su amor por el Santísimo Cristo de la Vera Cruz y María Santísima de las Tristezas.
Todos los días se conectaba en su domicilio caraqueño a través de Internet con la edición digital del ABC para saber de Sevilla, ciudad de la que nunca se quiso desprender y con nuestra página web para saber, vivir y sentir su hermandad de la Santísima Vera Cruz.
Muchas veces se conectaba conmigo (antes lo hacía con Kiko) a través del correo electrónico para felicitarnos por algo que le había gustado o para dar algún sabio consejo.
Jamás para hacer crítica.
El Santísimo Cristo de la Vera Cruz ha querido llevárselo junto a él de la mejor forma que hubiese imaginado y deseado, haciendo su última Estación de Penitencia el lunes santo.
Sus dos hijos, José Luis y Carlos, nos acompañaron el pasado lunes como hacen cada año a pesar de ya saber uno de ellos que su padre estaba de cuerpo presente a miles de kilómetros de distancia . Se lo dijo a su hermano una vez que volvimos a la capilla.
Qué difícil tuvo que ser y que lealtad a sus creencias y a su padre.
¿Quien puede dudar que la devoción y la fe se traspasa de padres a hijos.?
En nombre del nuestro Director Espiritual ,de la Junta de Oficiales que presido y de todos los hermanos quiero trasladarle a toda su familia nuestro más sentido pésame por tan trágica pérdida.
Descanse en paz.
José de Cristobal González
Hermano Mayor