Con la colaboración de N.H. Francisco Berjano Arenado
El padre Manuel Sánchez Sánchez, en su homilía del tercer día de predicación en el quinario al Santísimo Cristo de la Vera Cruz, nos ha dejado la siguiente reflexión:
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Pedimos hoy que el Señor encienda nuestra lámpara interior, la del alma; mejor, encendamos la lámpara de Cristo dentro de nosotros. Como hizo la Virgen, convirtámonos en lámpara, que Cristo pondrá la llama.
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Como decía Santa Ángela de la Cruz tratemos de “No ser, no querer ser, pisotear el yo, enterrarlo si fuera posible”.
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Que esta forma de vivir la Cruz ilumine nuestro camino.
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Busquemos en nosotros el niño de limpio corazón que hay en nuestro interior y que vamos perdiendo a lo largo de la vida.
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Despojémonos de dobleces y afectos que nos pudren el corazón con maldades y miserias.
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Porque la conversión supone iluminar, limpiar y reconciliar.
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Adorar la Cruz es salir en busca del hermano y cargar con él, sentir su carga sobre nuestros hombros; eso nos hará mejores cristianos.
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El cristiano no mira la realidad desde lejos, no la analiza simplemente sino que se hace cargo de ella y se pone manos a la obra con el Pescador para cambiar la historia.
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Como el costalero debemos acostumbrarnos a llevar la carga de los demás, algo que no debe ser excepcional sino habitual. Hasta hacer de ello una virtud.
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Eso es tomar la Cruz y seguirLo, negarse a sí mismo. Hasta el punto de que la carga del otro no nos pese, porque es nuestro hermano
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Eso precisamente es lo que hace Cristo con nosotros que, como Buen Pastor, va por la oveja descarriada dejando a las otras noventa y nueve.
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Como decía el Cardenal Van Thuan Jesús no entiende de matemáticas, hasta el punto de que dejaría solas a las noventa y nueve ovejas por buscar a una; para Él una vale lo mismo que las otras noventa y nueve.
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El Señor es así: siente más alegría por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de penitencia.
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Por tanto, dejemos nuestras seguridades por buscar al que está perdido, salgamos al desierto donde no hay nada, confiados en que Dios proveerá, porque Él siempre provee.
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Nos provee, dándonos a Cristo.
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Y nosotros debemos presentarlo sin miedo y sin complejos para que la gente lo conozca y se enamore de Él, porque cuando esto ocurre cambia la historia de nuestra sociedad. Esa es la mejor caridad que podemos hacer por nuestros hermanos.
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Refería Luis de Góngora que Cristo no sólo era “pastor” sino también “pasto”, es decir alimento.
Paz y Bien