II Reflexiones: Segundo día de quinario al Santísimo Cristo de la Vera Cruz

Con la colaboración de N.H. Francisco Berjano Arenado

El padre Manuel Sánchez Sánchez, en su homilía del segundo día de predicación en el quinario al Santísimo Cristo de la Vera Cruz, nos ha dejado la siguiente reflexión:

• Seguimos agarrados a la Cruz, sintiendo que el Señor va delante de nosotros abriendo camino, marcando la ruta a seguir.
• Estamos en el año de San José y, como Él, amemos con corazón de padre; Él que sostuvo a Jesús en su brazos.
• Pongamos, como San José, el corazón en todo lo que hagamos.
• Volvemos a arrodillarnos ante la Cruz, ante el Señor conscientes de que sólo Él tiene palabras de vida eterna.
• Que nuestra vida sea impronta del amor de Dios, porque sin amor todo es nada.
• Que el amor de Dios se imponga a todos los demás amores.
• Pidámosle sabiduría para saber llevar la Cruz, el madero redentor. Pues la verdadera sabiduría viene del Señor.
• Mirando a la Cruz podremos discernir lo que tiene valor y lo que carece de él.
• Al pie de la Cruz heredaremos la vida eterna pues ahí el Señor dio la vida por nosotros.
• Pidamos al Espíritu Santo que nos enseñe a seguir a Jesús, distinguiendo lo valioso, lo interior, lo accesorio y externo de lo superfluo. Que como diría Antonio Machado, vayamos “ligeros de equipaje”.
• Aprendamos a desprendernos de todo aquello que nos impide vivir en plenitud, en la plenitud de amar a Dios sobre todas las cosas.
• Y para conocer al Señor es fundamental la oración y los Evangelios; también los sacramentos.
• Que caiga sobre nosotros la “sombra de la Cruz”, que cubra nuestras vidas, que “labre nuestras tierras”.
• Para que la Cruz no sea simplemente un madero, sino redentora, hay que tocar a los pobres, estar cerca de los pobres. Cada cristiano está llamado a enriquecer las pobrezas que lo rodean.
• Personalmente y como Hermandad hay que aprender a saber qué pide el Señor de nosotros; qué papel nos pide.
• Que, como Santa Teresita del Niño Jesús, nos demos cuenta de que el amor lo es todo y encierra en sí todas las vocaciones. Que como le ocurrió a ella, el amor sea nuestra vocación.

Paz y Bien,