Oraciones propias

¡Oh Santa Veracruz de Cristo, señal insigne de nuestra redención, árbol fidelísimo y luminar de nuestra religión sacrosanta, que milagrosamente te mostraste a Santa Elena y, enhiesta en el Monte Calvario, eres luz y guía de todos los hombres y fin de nuestros más caros anhelos!

Cargada sobre los divinos hombros de Jesús, enséñanos a llevar nuestros trabajos y aflicciones.

Doblando su sagrado cuerpo sobre las piedras de la calle de la Amargura, ayúdanos a 1evantarnos de la postración del pecado. Recibiendo sus desnudas y maceradas carnes y empapada en su Sangre Preciosísima, haz que en la hora de la muerte, abrazados a tan excelsa figura, depositemos nuestro último aliento corporal en el sagrado leño y seamos llevados a la presencia de aquél, que, muerto por nosotros, se muestra en el cielo resucitado y glorioso, Jesucristo Nuestro Señor.

¡Oh, Madre Dolorosísima!

Por aquella amarguísima tristeza que inundó tu Corazón cuando acompañaste a Jesús en su última hora y recogiste su postrer suspiro, imprime sus llagas y tu dolor en mi corazón para que, sintiendo dolor intenso de mi culpa, sienta más todavía amor perfecto y ardiente, que me transforme en Jesús Crucificado, Redentor nuestro, a quien con el Padre y el Espíritu Santo sea gloria y honor por los siglos de los siglos. Amén

(Autor: P. Pedro Maria Ayala S.J.)

 

Por la señal…

Señor mío Jesucristo…

Te adoramos Señor, y por la llaga de tu Mano Derecha, esperamos nos concedas la  Fé cristiana que nos mantenga fieles a Tí.

Padre Nuestro …

Te adoramos Señor, y por la llaga de tu Mano Izquierda, te pedimos nos concedas la Esperanza en Tí que nos conforte.

Padre Nuestro …

Te adoramos Señor, y por la llaga de tu Pie Derecho, te rogamos nos concedas más amor a Tí y Caridad para con el prójimo que nos haga verdaderos hermanos.

Padre Nuestro …

Te adoramos Señor, y por la llaga de tu Pie Izquierdo, te suplicamos nos guíes por el camino de tus Mandamientos, para ser verdaderos hijos de Dios.

Padre Nuestro …

Te adoramos Señor, y por la llaga de tu Divino Costado, te imploramos el favor de vivir siempre acogidos al amparo de tu Divino Corazón.

Padre Nuestro …

ORACION FINAL

Cristo Redentor nuestro: Al venerar tu Imagen en la advocación de la Veracruz, recordamos tus Divinas Cinco Llagas por las que brotó tu Preciosísima Sangre para la remisión de los pecados y te rogamos que por sus méritos infinitos, nos guardes para gozar de Tu presencia en Vida Eterna. Amén.

 

¡Señor y Dios Nuestro! Los que humilde y fervorosamente veneramos tu imagen bendita y secular en la advocación de la Santísima Veracruz, queremos hoy meditar el profundo Misterio de ese Árbol Sacrosanto, faro de la humanidad zozobrante, al que voluntariamente te abrazaste para salvamos del pecado y damos ejemplo de vida.

Tu cuerpo exánime, Señor, nos llena el corazón de piedad al considerar tu excelso sacrificio por nosotros, que no lo merecemos.

Tus llagas, abiertas por el hierro de nuestra maldad, nos suscitan el horror del pecado y nos impelen a penetrar por ellas hasta tu Divino Corazón, fuente inagotable de Verdadero amor.

Sea tu Sangre Preciosa, derramada sobre esa Veracruz, bálsamo de las heridas de nuestras almas, alimento perenne de nuestra piedad y fortaleza de nuestra voluntad por el cumplimiento de tus mandatos de amor.

¡Cristo de la Veracruz! Tus brazos abiertos acojan a esta Hermandad tuya en más profundo de tu amantísimo Corazón, para que viva, en Tí y para Tí, en unión de verdaderos hermanos.

¡Bendícenos desde tu Cruz, a la que veneramos con todo nuestro fervor y humanidad!

Bendice a tu Santa Iglesia, a nuestro Santo Padre, el Papa; a nuestro Prelado; a nuestro Párroco.

Te rogamos, Señor, defiendas a nuestras familias y a todos cuantos con nosotros te veneran crucificado y muerto. Salva y bendice a nuestros amigos y enemigos y a todos los hombres.

Entregados a Tí, Cristo de la Veracruz durante todas las horas de nuestra vida temporal, haz que esperemos confiados el instante final de ella para gozarte en eterna bienaventuranza.

Así sea.

(Autor: Juan Collantes de Terán)

 

Señor

haced de mí un instrumento de vuestra paz:

donde haya odio, ponga yo amor,

donde haya ofensa, ponga yo perdón,

donde haya discordia, ponga yo armonía,

donde haya error, ponga yo verdad,

donde haya duda, ponga yo la fe,

donde haya desesperación, ponga yo esperanza,

donde haya tinieblas, ponga yo la luz,

donde haya tristeza, ponga yo alegría;

que no me empeñe tanto

en ser consolado, como en consolar,

en ser comprendido, como en comprender,

en ser amado, como en amar,

porque

dando se recibe,

olvidando se encuentra,

perdonando se es perdonado,

muriendo se resucita a la Vida.