Un año más nos disponemos a vivir con la intensidad, que nos permita nuestra rutina diaria, una nueva Cuaresma.
En tiempo de reflexionar, de meditar, de buscar todos los días esos minutos en los que nos aislemos del ruido de la calle y busquemos el encuentro personal con Cristo a través de la oración o la lectura de algunos textos que nos ayude a comprender la Pasión de Cristo.
Para ello, nuestra Hermandad de la Vera-Cruz ha preparado para cada día de Cuaresma un texto en el cual podemos acercarnos un poco más a cómo fue la vida de Cristo.
Quienes de los que estemos leyendo estas líneas no ha oído o leído, al menos una vez, algunas páginas o capítulos del libro La imitación de Cristo. Este año tendremos la ocasión de meditar sobre los cuarenta primero capítulos de este libro que está compuesto a su vez de cuatro volúmenes.
Este libro nos va guiando a través de pensamientos y meditaciones concretas pero profundas sobre los distintos aspectos que nos llevan a una verdadera imitación de Cristo.
Este libro fue escrito hace más de 500 años; varias décadas antes de que se difundiera la imprenta. Por lo tanto, al principio se hicieron copias manuscritas, algunas de las cuales se encuentran en diversas bibliotecas.
La primera edición está fechada en 1473, dos años después de la muerte del autor, y 19 años antes de la llegada de Colón a América. En los 25 años siguientes, se hicieron 99 ediciones, y hasta la actualidad se contabilizaban más de 3000 ediciones. Posiblemente sólo ha sido superado por la Biblia en cuanto al número de ediciones.
El autor fue un monje alemán llamado Tomás Haemerken, nacido en 1379 en Kempen, un pueblo del electorado de Colonia.
Hacia los 18 años ingresó en el monasterio de los Canónigos Regulares de San Agustín, en la Ciudad de Agnetenberg, que más tarde, durante la Reforma, fue destruido.
En este monasterio transcurrió la vida de Tomás de Kempis dedicado a la oración, la meditación, las charlas y consultas espirituales, y a copiar libros, de cuyo trabajo los monjes difícilmente se sostenían.
Tomás fue dos veces subprior del monasterio y una vez ecónomo, cargo en el que fracasó estrepitosamente y del que tuvieron que relevarlo.
Era un hombre profundamente espiritual y ajeno a los negocios del mundo, carente de las destrezas que se requerían para atender a las necesidades materiales de un convento de reciente fundación.
Sin embargo, otra cosa muy distinta ocurrió con sus escritos místicos, en especial su obra principal, La imitación de Cristo, concluida hacia 1418, de la que circularon en vida del autor varias copias manuscritas y anónimas.
A la hora de acercarse a estas páginas, es muy conveniente que se tenga en cuenta que fueron escritas en un momento histórico-religioso determinado y sus destinatarios directos eran monjes de principios del Siglo XV. Sin embargo, a la La Imitación de Cristo se ha acercado multitud de cristianos a lo largo de más de cinco siglos y han sabido encontrar en ella alimento espiritual.
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