Comentario al Evangelio en la Solemnidad del cuerpo y la sangre del Señor.

Hoy celebramos la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, más conocida entre nosotros como el “Corpus Cristi”. Está aún reciente el Jueves Santo, centrado también en el relato de la última cena de Jesús con sus discípulos celebrando la pascua. Ahora volvemos a leer este mismo relato tomado esta vez del evangelio de Marcos. Estamos en otro contexto, ha pasado el gozo pascual, es el llamado tiempo ordinario del ciclo litúrgico y en esta solemnidad se subraya lo que representa la eucaristía en la vida cristiana. Estamos ante un dogma central de nuestra fe que es la presencia real del Señor Jesús en el pan y el vino eucarístico.
En el ambiente de la última cena, Jesús abre su corazón a los discípulos, y les recuerda aspectos fundamentales sobre su misión mesiánica, tal como lo recogen los evangelios. En este contexto, como si fuera su testamento, aparece la novedad de la eucaristía, cuya transcendencia no se puede desligar de la pasión del Señor anunciada en esa cena pascual. El evangelista Marcos nos da las claves del misterio eucarístico, y Alo hace de una forma concisa pero a la vez suficiente para comprenderlo. Dice simplemente que Jesús tomó pan, y pronuncio la bendición, lo partió y se lo dio a sus diciendo: “Tomad, esto es mi cuerpo”. Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias y les dice: “Esta es mi sangre de la Alianza, que se derrama por todos”. Y les anuncia que no beberá del fruto de la vid hasta que beba el vino nuevo en el Reino de Dios. En este breve relato está expresado el contenido profundo de la eucaristía, entendida como Sacramento necesario para vivir la fe.
Al comulgar el pan eucarístico nos identificamos con Cristo, porque Él se adentra en nuestro interior, y llega al alma, al corazón. Por eso comulgar nos compromete a compartir, de la misma manera en que Cristo está pendiente y cerca de los pobres, enfermos y necesitados. Recordemos que el Señor, ante una multitud fatigada, que le seguía y tenía hambre, dice a sus discípulos: “dadles vosotros de comer”. Es una responsabilidad que desde sus orígenes la iglesia ha ejercitado como memoria viva del Señor Jesús. Por eso hoy, al celebrar el Corpus Christi, que nos habla del pan partido, nos lleva a pensar sobre el pan compartido y celebramos por eso el Día de la Caridad.
Queridos hermanos, Paz y Bien.
Marcelino Manzano Vilches, pbro.
Director Espiritual.