Comentario al Evangelio en la Solemnidad de Pentecostés

Hemos celebrado la Pascua de Resurrección, la Pascua Florida, la fiesta mayor de los cristianos. Al cabo de cincuenta días celebramos otra Pascua, Pentecostés. Jesús vivió y se desvivió anunciando la Buena Noticia de la bondad y el amor de Dios, que acreditó con su Muerte y Resurrección. Y la Pascua culmina en Pentecostés: Jesús sigue presente y actuando con su Espíritu. Por eso es otra Pascua.
En la tradición de la Sagrada Escritura aparece el aliento del Dios vivo, entendido como el Espíritu de Dios por su fuerza creadora, impulsiva y vivificadora. La fiesta de Pentecostés nos habla del Espíritu de Dios que nos habita y nos infunde un dinamismo de afecto y de servicio. Lo contemplamos en el gesto de Jesús Resucitado en el mismo atardecer de Pascua, soplando sobre los discípulos encerrados en casa por miedo a los judíos, diciéndoles: «Recibid el Espíritu Santo». Los llena de paz y los envía a abrir caminos de perdón y de reconciliación, de comunión y fraternidad, de justicia y de paz.
Con Pentecostés, Jesús Resucitado se queda siempre con nosotros. Celebramos que todos hemos recibido ese Espíritu y sus frutos: amor,alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí. Y así acabamos el Tiempo Pascual, dando ngracias porque todos hemos recibido el Espíritu. Pidamos tener sintonía de corazón con el Espíritu como aliento de vida, para dejarnos remover y sacudir por el empuje de su viento.
Queridos hermanos, Paz y Bien.
Marcelino Manzano Vilches, pbro.
Director Espiritual.