Comentario al Evangelio del Domingo XI del tiempo ordinario

Las parábolas de Jesús nos hablan del misterioso crecimiento del Reino que anuncia, y en parábolas podemos entenderle, para que nuestros cálculos humanos, como es habitual, no impidan que la fe haga realidad lo que el Señor anuncia. Por parábolas comprendemos que el Reino de Dios es lo pequeño que se hace grande, por la pura gracia de Dios.En estas metáforas, que son las parábolas, proponía Jesús un mensaje que llenaba los corazones de los sencillos.
En el evangelio de este domingo, dos parábolas que hablan de cómo irá creciendo lo que Dios quiere para el mundo: paz, justicia, amor, vida eterna. Y el Reino está ya aquí, pero solo como una semilla que es confiadamente un final grandioso o apropiado. Es algo que el Señor, por medio de nosotros, ya está sembrando, que está creciendo, está germinando y por eso se alumbrará un mundo nuevo. Es verdad que se nos habla de «meter la hoz”, pero es lógico que esta historia humana debe dejar aquí todo aquello que no tiene sentido, que es opuesto al proyecto y a la plenitud del Reino de Dios.
Vamos a adherirnos a esa, por así decirlo, dinámica de la mostaza, en la que lo insignificante y lo mínimo se transforma hasta ofrecernos la imagen de un árbol cósmico donde todos puedan encontrar no solamente el hábitat humano, sino la verdadera felicidad del Reino. Así, pues, quiere decirnos Jesús, son las cosas de Dios. Esta es la propuesta de esperanza que forma parle de la entraña del Reino, por insignificante que parezca.
Queridos hermanos, Paz y Bien.
Marcelino Manzano Vilches, pbro.
Director Espiritual.