Carta de NH Pilar Galindo Baez sobre la Adoración Perpetua al Santísmo

La pasada noche del sábado, me brindaron la posibilidad de acompañar a Jesús resucitado una hora de adoración en la Capilla de San Onofre, sita en la Plaza Nueva. Esa posibilidad me ha hecho experimentar como El Señor de la Vera+Cruz se nos brinda como ostia viva, entregada, fiel, quedándose con nosotros en la Eucaristía, en el pan único y partido… El siempre se encuentra llamando a nuestra puerta, para que le brindemos una hora de nuestra vida, una hora que después el se encarga de hacer don y regalo a través de su consuelo, dándonos la posibilidad de derramar nuestras preocupaciones, nuestras alegrías, de pedirle por nuestros hermanos, enfermos, fallecidos, por los que se encuentran en paro o los que sabemos que están viviendo el nacimiento de un hijo… Jesús siempre permanece fiel, siempre nos espera… que con nuestra vida, con una hora de entrega y oración a Dios por todos los dones recibidos podamos “Alabar a Jesús Sacramentado”

En la Vigilia Pascual, el Papa Francisco nos regalaba esta exhortación, animándonos a dejar entrar al Señor en nuestras viadas… “Acepta entonces que Jesús Resucitado entre en tu vida, acógelo como amigo, con confianza: ¡Él es la vida! Si hasta ahora has estado lejos de él, da un pequeño paso: te acogerá con los brazos abiertos. Si eres indiferente, acepta arriesgar: no quedarás decepcionado. Si te parece difícil seguirlo, no tengas miedo, confía en él, ten la seguridad de que él está cerca de ti, está contigo, y te dará la paz que buscas y la fuerza para vivir como él quiere”.