7 de diciembre de 2017

     Hablando de la fundación de la Orden franciscana, dice san Buenaventura: -Mientras moraba en la iglesia de la Virgen, madre de Dios [la Porciúncula], su siervo Francisco insistía, con continuos gemidos ante aquella que engendró al Verbo lleno de gracia y de verdad, en que se dignara ser su abogada, y al fin logró -por los méritos de la madre de misericordia- concebir y dar a luz el espíritu de la verdad evangélica (LM 3,1).