Dice san Francisco: «Todos los hermanos prediquen con las obras… Por eso, en la caridad que es Dios, suplico a todos mis hermanos… que se esfuercen por humillarse en todas las cosas, por no gloriarse ni gozarse en sí mismos ni ensalzarse interiormente por las palabras y obras buenas, más aún, por ningún bien, que Dios hace o dice y obra alguna vez en ellos y por medio de ellos» (1 R 17,3-6).