De las Admoniciones de san Francisco: «Bienaventurado el siervo que no se tiene por mejor cuando es engrandecido y exaltado por los hombres, que cuando es tenido por vil, simple y despreciado, porque cuanto es el hombre delante de Dios, tanto es y no más» (Adm 19,1-2).
SAN ALBERTO MAGNO:
Doctor de la Iglesia. Nació en Lauingen (Baviera) en 1206. Estudió en Bolonia y en Padua donde vistió el hábito de los dominicos en 1229. Ejerció con éxito el profesorado en varios centros de Alemania y, a partir de 1245, en París, donde tuvo como discípulo predilecto a santo Tomás de Aquino. Armonizó en su persona la sabiduría de los santos y el saber humano y las ciencias de la naturaleza. Desempeñó cargos importantes en su Orden y, junto con san Buenaventura, defendió ante el Papa la causa de los mendicantes contra quienes querían excluirlos de la docencia universitaria. En 1260 fue consagrado obispo de Ratisbona, donde fue un pastor celoso y austero, que puso todo su empeño en pacificar pueblos y ciudades. Dos años después renunció para predicar la cruzada y volver a la docencia. Es autor de muchas e importantes obras de teología, y también de ciencias naturales. Murió en Colonia el 15 de noviembre de 1280.- Oración: Señor, tú que has hecho insigne al obispo san Alberto Magno, porque supo conciliar de modo admirable la ciencia divina con la sabiduría humana, concédenos a nosotros aceptar de tal forma su magisterio que, por medio del progreso de las ciencias, lleguemos a conocerte y a amarte mejor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.