Hablando de la devoción de san Francisco a la Navidad, escribe Celano: -Quería que en ese día los ricos den de comer en abundancia a los pobres y hambrientos y que los bueyes y los asnos tengan más pienso y hierba de lo acostumbrado. «Si llegare a hablar con el emperador -dijo-, le rogaré que dicte una disposición general por la que todos los pudientes estén obligados a arrojar trigo y grano por los caminos, para que en tan gran solemnidad las avecillas tengan en abundancia». No recordaba sin lágrimas la penuria que rodeó aquel día a la Virgen pobrecilla (2 Cel 200).