10 de septiembre de 2017

     Tomás de Celano refiere que san Francisco dijo una vez: «Hay que atender con discreción al hermano cuerpo para que no provoque tempestades de flojera. Quítesele toda ocasión de protesta, no sea que llegue a sentir fastidio de velar y de perseverar reverente en la oración. Porque podría decir: «Desfallezco de hambre, no aguanto sobre mí el peso de tus prácticas». Pero, si protestase así después de haberse alimentado lo bastante, sábete que el jumento perezoso necesita ser espoleado y que al asno flojo le aguarda el aguijón» (2 Cel 129).